sábado, 19 de diciembre de 2020

27...

27 años he vivido, 27 años he respirado, reído, llorado... No me es posible recordar cuánto tiempo de estos 27 años fui feliz, claramente hace mucho no lo soy.

27 años parece mucho tiempo, pues la verdad es que se ha sentido una eternidad, lidiar con la vida no ha sido fácil para mi, aunque de forma ridícula mi vida no ha sido difícil.

Odio cada nuevo día en el que despierto sintiendo esta especie de bruma en mi interior, el cansancio que se impregna en mi, la tristeza, las ganas de llorar, el miedo a fracasar otra vez... 

A veces se siente como si caminara sobre nubes de color gris, el suelo pareciera no tocar mis pies y mi mente pareciera estar muy lejos de aquí, me busco, intento arreglarme, sonrío, actúo, repito... Pero el dolor... El dolor y la miseria jamás se van y me asusta vivir de esta manera, me pregunto cuantos años más cargaré este inmenso saco de tristeza y miedo, me pregunto cuanto más resistirá mi cuerpo.

martes, 6 de febrero de 2018

Depresión

Sé que has vuelto, te he visto merodeando las cercanías de mi mente, sé que estás aquí, te siento y quema, me lleno de angustia, respiro, descanso, repito y me pregunto qué te ha hecho volver, ¿por qué?...

¿Es que acaso te he llamado de nuevo?, ¿acaso abrí las puertas de mi interior para dejarte entrar sin siquiera darme cuenta?, ¿es que quizás aunque no quiera me haces falta?, ¿será simplemente que ya eres parte de mí?

Siento tu peso en mis espaldas y tu calma respiración contra mi oído, tu silueta negra que se desvanece cual humo cada vez que  intento tocarte, me sofocas, me llevas y me traes, me haces feliz hasta las lágrimas, me elevas a momentos sólo para dejarme caer y aún así vuelvo a ti, a tu miseria, a tu frialdad... Quizás porque eres lo único que se niega a dejarme y te necesito, quizás porque no conozco otra forma de vivir que no sea contigo tras de mí, así te siento, así me dueles.

domingo, 21 de agosto de 2016

...

Sabías muy bien por qué tomé la decisión de volver, y también lo mucho que me dolió hacerlo, pero no tenías ni idea de lo que sentí al subirme al bus dejándote tras de mis espaldas, a ti y tus cadenas frías y resistentes de las cuales acababa de zafarme y días antes creí que nunca lo lograría.
Te amaba, más de lo que alguien como tú merecía, o quizás el amor lo merecías pero no de mí... Hiciste que un ser lleno de miedos y dolores te amara y te hiciera sentir lo único en el mundo, abusaste de eso...
No imaginas la tristeza que guardo, no de tu recuerdo, sino del tiempo que te di y que ya no puedo recuperar, me lamento eso cada día, más debo agradecerte el regalo que me has dado y que es la única evidencia del gran amor que alguna vez sentí por ti.

6 meses van en este descubrimiento del amor real, 6 meses compartiendo mi cuerpo con otro ser.

lunes, 6 de junio de 2016

El fin del cuento de hadas...

Recuerdo tu rostro con semblante molesto y el movimiento rápido y casi automático de tus labios que dejaban escapar sólo insultos que parecían rebotar entre aquellas cuatro paredes de frío cemento... Desvié mi vista hasta el pequeño hilo de luz casi sin fuerza que entraba por las cortinas entreabiertas, estaba atardeciendo.
Los minutos pasaban y tus palabras se incrustaban en mi piel como filosos cuchillos, y yo... Me desangraba en lágrimas de dolor, de ese dolor profundo, ese que sientes cuando has abierto los ojos, cuando sabes que ya se acabó todo.
Me había cansado, sentía que ya no podía resistir mas, que todo el amor que te tenía no era tan fuerte como para soportar todo lo que estabas diciendo, levanté mi mano de forma casi inconsciente, dándote golpes llenos de rabia y frustración, dejando escapar todo ese amor muerto y desgastado, ahogándome en un "cállate" que ni siquiera yo misma pude oír, que te imploraba con dolor que te detuvieras, que ya no hicieras más daño...
Hubo un silencio de un par de segundos, más insultos, toda esa rabia en tu mirada.
Te pusiste de pie, me tomaste, me remeciste, presionaste mis muñecas entre tus manos hasta que estas quedaron marcadas en mi piel, me empujaste con fuerza contra la fría pared, que ahora parecía más fría que antes, más fría que nunca... Escuché el golpe seco de mis huesos contra la muralla, mientras tu boca no se callaba en ningún momento, recuerdo haber rasgado la camiseta que llevabas puesta durante el forcejeo, recuerdo que esto te enojó aún más, me sentía como un juguete en tus manos, dejé descansar mi espalda en la pared, levanté la vista para ver tus ojos, que ya no eran los que recordaba, los que alguna vez había amado... Tu puño sobre mi pecho fue lo último que sentí, tan fuerte que en un acto involuntario una de mis manos se elevó con rapidez, como si algo se hubiese quebrado y desprendido dentro de mi.
Te sentaste nuevamente a una distancia muy corta de donde me encontraba, yo sentía que ya no era dueña de mi, sentía mis lágrimas derramarse por montones sin poder hacer nada, mi cuerpo entero temblaba y el recuerdo dulce y protector de mi madre cruzó por mi mente. "Perdóname mamá" pensé,  "Perdóname por nunca haberte escuchado".
Tu mirada cambió de la rabia a la lástima mientras mis enrojecidos brazos no eran mas que dos cosas sin vida que se extendían a ambos costados de mi cuerpo, me miraste a los ojos, te acercaste y contrario a todo el bien que solían hacerme tus caricias, esta vez sentí que me quemaban, dolían, todo en mi era un inmenso dolor en ese momento, rechacé tu contacto, una sensación parecida al miedo inundó mi ser, me quedé ahí un buen rato, lo suficiente para recuperar las fuerzas y ponerme de pie, estabas llorando, "perdóname" dijiste, crucé el umbral de la puerta cargando un frío rotundo sobre mis espaldas, parte de mi había muerto dentro de esas cuatro paredes, parte de mí jamás volvió a ser la misma después de eso.

lunes, 19 de octubre de 2015

...

Él podía notar las diferencias, pero nunca supo verdaderamente las heridas que sus constantes intentos por dejarme abrían dentro mío... Él no tenía esa capacidad, nunca pudo descifrarme, nunca supo leerme como yo podía hacerlo con él... Nunca supo estar seguro de que me amaba y si raramente lo estaba, no se sentía capáz de cargar con aquel peso a sus espaldas.
El nunca notó ese desgaste, esa pérdida de interés. Nunca notó como el amor se me escapaba en forma de lágrimas y que el único culpable de eso era él...
Sabía que lo amaba, de una forma en la que jamás lo había hecho, lo sabía porque siempre se lo decía y porque me esforcé en hacer que lo sintiera de todas las formas que tuve a mi alcance.
No tenía idea de los vacíos en mi pecho, del dolor que se quedaba y se expandía por todas las veces que dejó a sus miedos pisotear al amor que me tenía.

Sigo esperando a que aprenda a amarme o simplemente a conocerme, sigo esperando que deje de preguntar y descifre mi lejanía por si mismo antes de que sea tarde.

Está tan confiado en que lo amo, y es que de verdad lo hago... Pero el amor no es eterno ni a prueba de balas, sigo intentando saber cuanto más puedo resistir, cuanto tiempo, cuantas palabras, cuánto más podré rogar y humillarme antes de que amarlo se vuelva tan doloroso que ya no pueda soportarlo.


domingo, 11 de octubre de 2015

...

Por un segundo tuve la sensación de haber regresado en el tiempo,  encontrándome a mi misma en uno de esos tantos sábados soleados en los que te esperé llena de ansias, en la misma silla desde la cual en ese entonces mis pequeñas piernas no alcanzaban el suelo, con mi pequeña nariz deformandose contra el cristal empañado de la ventana y mis grandes y brillantes ojos situados en la esquina de la cual se suponía que aparecerias. Y el sonido agónico del reloj quitándome minuto a minuto las ganas de seguir creyendo que algún día vendrías, el sentir como algo dentro de mi pecho parecía apagarse al mismo tiempo que el sol se escondía para darle paso a la noche y junto a esta las lágrimas y la decepción que después de tanto tiempo ya parecían una horrible costumbre.
Si regreso hasta ahora, me veo a mi, con unos cuantos años más pero con la misma sensación en el pecho, mientras mis ojos al borde del llanto se sitúan en el sol que se esconde, que me mira y pareciera reír de mi, de que aún crea en ti, de que aún piense que vendrás.

martes, 8 de septiembre de 2015

Te escuché hablar, toda mi atención estaba puesta en ti... Entendí lo importante que era lo que me estabas diciendo, lo que había significado aquel accidente para ti, absorbía tu dolor y preocupaciones en cada palabra que escapaba de tus labios, entendí tus miedos y creé los míos.
Agradecí internamente que todo haya salido bien, sabía cuanto habías sufrido, sabía lo difícil que estaba siendo todo para ti y me sentí egoísta al agradecer que no haya sucedido lo que debería...
Desvié mis pensamientos por unos segundos, sólo para pensar en lo que sería mi vida sin ti ahora, como sería todo si no te hubiese conocido, si ese accidente te hubiese costado la muerte, si tus ojos color miel no me vieran con la dulzura que lo hacían en ese preciso momento, si tu voz no acariciara mis pensamientos todos los días, que sería la vida sin tus manos suaves resbalando en mi espalda cada noche... Es difícil imaginar mi vida sin ti, es casi imposible quitarte de mi paisaje, simplemente porque sé que eres lo que busqué durante todos estos años y sé que esta vez si me he enamorado y lo mejor es saber que tu también lo estás de mi, quiero escucharte, quiero entenderte, pero no quiero pensar en tu ausencia... No ahora que todo está tan bien aquí, ahora que no falta nada en mi vida...